Había una vez... una casita de piedra que vivía en el Club de Campo Ferrol. Unos niños llegaron y soplaron y soplaron...como no se caía, entraron.
Dentro jugaban, leían, creaban y aprendían.
Como les gustaba, se quedaban, y día tras día, la historia se repetía...
Con los restos de frutos típicos del otoño, como lo son las cáscaras de nuez, conseguimos hacer estas divertidas mariquitas y ranitas. ¡Trabajo de precisión para los más manitas!
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